...porque los que saben contar historias pueden cambiar el mundo. Y aquí tenemos los bolsillos llenos de ellas.

(Amaranta)

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...no sé contar las cosas intangibles, pero puedo enumerar todas las que se me quedan en la piel.

(Estrellada)

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... y las arenas atrapahombres, y el sabor a sal, origen de todas las cosas.

(MA)


lunes, 26 de noviembre de 2012

Winston dixit (y último)





Mi querida Julia, le dejo estas letras para despedirme, aún a mi pesar tengo que olvidarme de usted. Ése elogio a la granada me aclaró muchas dudas (me hubiera gustado mucho más una oda al plátano o al pepino). Fue la solución al acertijo que nunca hubiera adivinado.

Yo sé que no soy el prestidigitador que era antes, yo sé que el tiempo vuela, que mis ojos se van llenando de máculas y desprendiéndose de recuerdos. Yo sé que todo principio tiene un final, por eso prefiero que todo quede como debió ser desde el principio, antes de que la policía del pensamiento me sodomizara con sus ideas fascistas.

También por eso quiero ir en busca de Lola, sobre todo ahora que le he visto la cara con esa media sonrisa que promete cosas que no se pueden escribir. No quiero pasarme el resto del invierno paseando entre los sauces de cualquier bosque ombrófilo, no quiero que ningún obispo mitrado me mire mal al salir de algún puticlub, no quiero que ninguna falsa sibila de la periferia me engañe contándome un futuro que no existe.

Ahora me daré un atracón de grageas para dormir, apartaré los lóbregos sueños que atormentan mis insomnios e iré en busca de Lola y sus lombardas.

Buenas noches, mi querida Julia.

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