...porque los que saben contar historias pueden cambiar el mundo. Y aquí tenemos los bolsillos llenos de ellas.

(Amaranta)

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...no sé contar las cosas intangibles, pero puedo enumerar todas las que se me quedan en la piel.

(Estrellada)

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... y las arenas atrapahombres, y el sabor a sal, origen de todas las cosas.

(MA)


lunes, 17 de diciembre de 2012

6 PALABRAS 6

Tres parejas o dos tríos, no importa.


Amoniaco

Escalpelo

Reparación de calzado

Pantalla reflectora

Estragón

Densidad


lunes, 10 de diciembre de 2012

INDECISION






Darling you gotta let me know
Should I stay or should I go?
If you say that you are mine
I'll be here 'til the end of time
So you got to let know

Should I stay or should I go?

Always tease tease tease
You're happy when I'm on my knees
One day is fine, next is black
So if you want me off your back
Well come on and let me know

Should I Stay or should I go?

Should I stay or should I go now?
Should I stay or should I go now?
If I go there will be trouble
An' if I stay it will be double
So come on and let me know
This indecision's bugging me


If you don't want me, set me free
Exactly who'm I'm supposed to be
Don't you know which clothes even fit me?
Come on and let me know

Should I cool it or should I blow?

Should I stay or should I go now?

If I go there will be trouble
And if I stay it will be double
So you gotta let me know

Should I stay or should I go?

lunes, 3 de diciembre de 2012

Quentin notes (II)



En un lugar. Antes:

Un plató de televisión, un presentador desconocido de concursos educativos, dos únicos participantes, aburridos, quietos, silenciosos, que se miran las musarañas esperando que la sintonía musical dé paso a la siguiente y última pregunta.  El programa se graba sin espectadores, solamente un gendarme de gafas ahumadas vigila que todo siga su curso. Será emitido a deshoras, apto para insomnes y consumidores de porno light.


En otro sitio, después:

Ellos dos están en el balcón, ninguno de los dos tienen los pies atados al suelo, ninguno de los dos está amarrado al mundo. Él tiene un cigarrillo entre los dedos, otro más, el último. Ella tiene un tazón de café negro humeante entre las manos, el tercero, el siguiente. Ojean la lontananza: hace días que los buitres no sobrevuelan los tejados, seguramente los callejones están llenos de carroña. Él conoce a esos pajarracos, sabe que tarde o temprano volverán. Ella también los conoce, más personalmente, incluso les ha puesto nombre, a uno lo llama Sebastián, a otro Mataperros, a otro Simbad, pero ninguno acude a sus llamadas .

Dentro, en el apartamento, la televisión sigue martilleándoles con una sonata comercial horrible, insistente, como un jingle de Navidad, repetitivo y decadente.

Silencio. 
El locutor escupe la pregunta:

-      En una hipotética competición entre el Pato Donald y el Pájaro Loco
¿ Quién de los dos podría  pronunciar diez veces seguidas, con total
claridad y perfecta dicción, la palabra “humberthumbertiano” ?

Ella le mira, él quizás no. Los dos han escuchado la pregunta. Saben que los malos les están vigilando...
Se desvisten, se quitan la ropa interior (él unos slips del mercado de los domingos, ella unas bragas puestas al revés y con dibujitos de Andy Warhol) y la arrojan por la barandilla. Cae la ropa dibujando una parábola imperfecta, entre el corro de buitres que no alzan el vuelo.


Ahora sí se miran los dos. Ella desnuda está más misteriosa. Los dos saltan al vacío, sin hacer ruido y dibujando una espiral,  el corro de buitres tampoco alza el vuelo.

Porque allí no cayó nadie.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Mia dixit

Nieva, y Ella se envuelve en un kimono, comprueba que por fin el pelo ha dejado de gotearle cintura abajo y saborea la palabra "mindundi" entre sorbo y sorbo de un café espeso y oscuro como el mar batiendo contra el malecón de su pueblo, pero sin los gatos flotantes.

Él es un aventurero y un bocazas, pero a ella no le interesa que sea de otra manera. No va a pedirle nunca que la quiera; le basta con que siga domando las palabras a fuerza de morderles los muslos y con que insista en descubrirla con su hocico tenaz aún cuando los relojes de invierno de vistan de verano.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Quentin notes


Para empezar será un trío. La base de cualquier problema es el tres. El, Ella, y el Marido


Él: debe ser un sicario como los de antes, un romántico sin lágrimas ni sonetos atravesados, un caballero de los pies a la cabeza que roba, miente y mata. En la culata de su revólver no marca el número de víctimas sino de sus desamores, pero eso será otra historia. La muerte le encontrará, de eso podemos estar seguros, pero será inesperada, de sopetón, a contracorriente, no cuando a la parca le apetezca, y además será con los pantalones bajados, follando. Lástima que el destino es miope –en realidad se la tenía jurada- y lo encontrará remetiéndose los calzones después de cagar.




Ella: dirán que es una actriz de medio pelo, pero en realidad es la mejor intérprete de todos los tiempos, porque con solo enseñar una media sonrisa y levantar un poco los ojos puede conseguir que le atraviesen el esternón y le devuelvan la vida; porque sabe pisar decidida, y porque bailando descalza -con los pies sucios y las uñas recién pintadas- puede obtener que un mindundi se juegue el porvenir para darle un masaje en los pies. Incluso ha logrado que el matón más matón de todos se deje capturar matrimonialmente. Aunque no lo demuestre ella es adicta al misterio de vivir. En un futuro podría ser Lola.



El marido: Será el típico asustaniños de barrio, empezará rompiendo cabinas telefónicas por cuatro monedas y seguirá chanchullando con sustancias para soñar, pero al llegar a la madurez decidirá que no quiere quedarse a medio camino, que no quiere ser Mafifa, un cándido feliz y tan negro como la miseria, tampoco quiere ser el negro forastero y estúpido que se dejó apresar (sin cometer el delito de robarse las tres bolas de billar) porque todos le dijeron “en este pueblo no hay ladrones”.
Y sus cortas luces concluirán que él debe ser Marsellus, un negro colosal y sanguinario. Más corpulento y temible que aquel protomacho macondero cuya respiración volcánica se percibía en toda la casa, mas burro y descomunal que aquel atarván que se comía medio lechón en el almuerzo y cuyas ventosidades marchitaban flores. Querrá ser superior a todo y a todos, más que aquel José Arcadio que se cagaba dos veces en natura y en contra natura, en las leyes físicas y celestiales. Pero -siempre hay un pero- encontrará un rastro de sangre sobre la nieve siberiana que le llevará hasta M. Su perdición.

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