...porque los que saben contar historias pueden cambiar el mundo. Y aquí tenemos los bolsillos llenos de ellas.

(Amaranta)

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...no sé contar las cosas intangibles, pero puedo enumerar todas las que se me quedan en la piel.

(Estrellada)

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... y las arenas atrapahombres, y el sabor a sal, origen de todas las cosas.

(MA)


jueves, 29 de noviembre de 2012

Mia dixit

En cualquier momento Él saldrá del baño balbuceando excusas para terminar la noche, para irse a su casa a tocarse pensando en ella y en la caída del otro, pero ya es muy tarde. Ella se va a dar la vuelta, le va a aflojar la corbarta y lo va a besar hasta que no le quede un solo bacilo por contagiar. Luego le recordará una vez más que su marido le ordenó que la complaciera en todo, y se volverá gata.

Él se morirá cualquier día de un ataque al corazón, pero hoy la tendrá tan sumisa como a aquella chinita que un día escribiera, y el sillín de su moto extrañará el recuerdo.


por ser jueves






Ellos tienen prohibido por leyes divinas airear los secretos que los pellejos les cuentan en las noches de trabajos triperos. Su oficio les obliga a ser discretos, sumisos, introspectivos; pero hay épocas de lluvias torrenciales -como aquella que inundó Macondo-, de tormentas vesánicas –como la que hizo desaparecer la Atlántida-, hay épocas en las que solamente las sierpes se atreven a reptar entre las momias, en las que únicamente las culebras se pasean bíblicamente por el mundo. Es en esos días cuando los embalsamadores y los taxidermistas les da la ventolera de escupir todo lo que saben.
Da lo mismo, nadie les cree. A los muertos y a sus maquilladores nadie les hace ni puñetero caso.


martes, 27 de noviembre de 2012

Vincent dixit

El problema no es que Ella sepa mover las caderas como una bicicleta estática; el problema no es que Ella tenga de segundo nombre peligro, ni que tenga un marido loco y mafioso; el problema no es que ella utilice técnicas de hipnotismo con esos ojos negros y con palabras de diccionarios caribes.

El problema no es que El le aguante a duras penas el  ritmo y la mirada; el problema no es que El se muera por ver que lo que esconde ella bajo su ropa hipster y sesentera,  el problema no es que El quiera seguir bailando en cueros (en el ring adecuado y  no en una pista de baile); el problema no es que El sea un especialista en buscarse líos. 

El conoce antídotos para las setitas y los leotardos, solamente necesita que ella se deje inyectar. El verdadero problema es ése: que ella acepte.


lunes, 26 de noviembre de 2012

Winston dixit (y último)





Mi querida Julia, le dejo estas letras para despedirme, aún a mi pesar tengo que olvidarme de usted. Ése elogio a la granada me aclaró muchas dudas (me hubiera gustado mucho más una oda al plátano o al pepino). Fue la solución al acertijo que nunca hubiera adivinado.

Yo sé que no soy el prestidigitador que era antes, yo sé que el tiempo vuela, que mis ojos se van llenando de máculas y desprendiéndose de recuerdos. Yo sé que todo principio tiene un final, por eso prefiero que todo quede como debió ser desde el principio, antes de que la policía del pensamiento me sodomizara con sus ideas fascistas.

También por eso quiero ir en busca de Lola, sobre todo ahora que le he visto la cara con esa media sonrisa que promete cosas que no se pueden escribir. No quiero pasarme el resto del invierno paseando entre los sauces de cualquier bosque ombrófilo, no quiero que ningún obispo mitrado me mire mal al salir de algún puticlub, no quiero que ninguna falsa sibila de la periferia me engañe contándome un futuro que no existe.

Ahora me daré un atracón de grageas para dormir, apartaré los lóbregos sueños que atormentan mis insomnios e iré en busca de Lola y sus lombardas.

Buenas noches, mi querida Julia.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Julia dixit (V)

A Ella le gustan las granadas porque le recuerdan los cuentos orientales que leía de niña, llenos de princesas misteriosas cuyos orgasmos eran espesos y abundantes como aceite saliendo de una vasija.

Pero además le gustan porque para abrirlas hay que romper la corteza dura que las protege utilizando una herramienta afilada -que podría ser la mente, si es uno privilegiado- e incluso, a veces, una pizca de fuerza, y porque una vez abiertas y aunque parezca que todo lo que contienen está a la vista, para disfrutarlas a plenitud hay que sacar  pepita por pepita roja y jugosa empotrada en su capa esponjosa y masticarla despacio, sintiendo con la lengua mientras se busca con los ojos.

A Ella le gustan las granadas.


Julia dixit (IV)

Ella, que tiene más de harpía de lo que Él cree, se imagina a si misma como orco de la Tierra Media y se echa a reír con unas ganas que desbaratan el moño. El pelo se le mete en los ojos y se moja de las lágrimas que no puede evitar cuando se ríe, pero ahora ya no importa; la conversación huele a vino y a higos deshechos con la punta de la lengua y eso le gusta.

Ella no quiere engañarlo con artimañas ni cañonearlo con lombardas. De hecho, está pensando que tendría que advertirlo de su incurable mal hábito de ponerse las bragas al revés, para que el victoriano ángel escoja cualquier otro tipo que no lleve drapeados y pueda volar cómodo y concupiscente por sus sueños.

Ella espera a que Él regrese. Tiene dos o tres historias amarillentas de cocuyos y pretende cambiárselas por un cuento de buenas noches.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Winston dixit (y III)

Yo sé que Ella utiliza artimañas para embaucarme, como por ejemplo hacerse un moño en la cúspide de su cabeza para parecer un poco más alta. Sé que Ella es demasiado lista, como cuando mezcla historias de la vida real y les da la vuelta imperceptiblemente con algún giro surrealista;  pero a veces -siempre- dispara a bocajarro y me encuentro desarmado.

Ella no me recuerda a esas enciclopedias que todo lo saben, que todo lo dan por hecho, más bien es uno de esos periódicos de países desaparecidos bajo el yugo de la globalización, diarios y revistas que todavía anuncian el desembarco de bailarinas exóticas en los teatros de función doble, panfletos que llaman a la movilización ciudadana cuando los gobiernos promulgan leyes contra-natura, como esos estados gringos que prohíben dar por culo entre hombres y miran hacia otro lado cuando los obispos se enamoran de monaguillos imberbes.

Ella podría tener la apariencia de un orco de la Tierra Media, también podría ser alguna de aquellas horrendas harpías de las que ya hablamos, pero para mí es un ángel que desfila en Victoria´s Secret, lo sé porque siempre aparece volando en mis sueños vestida solamente con unas braguitas de pedrería. 


A mi me espera una maleta y una carretera, siempre igual, siempre maletas y carreteras. A Ella le esperan preguntas y a mí no me esperan respuestas.

martes, 13 de noviembre de 2012

Julia dixit (miau)

Gatos y lunas y quizás un etcétera.

Julia dixit (II)

Si Ella viera películas norteamericanas la confesión de Él sería un mensaje grabado en una contestadora cuya cinta se enredaría para que Ella pensara una vez más que ahora sí que tenía que comprarse una nueva, se encogiera de hombros y se fuera a por una copa de vino con el gato entre las piernas.

Ahora, sin embargo, lee. Y lo que lee, a diferencia de lo que ve o escucha o toca, se queda ahí, y ya está dejando a un lado el cansancio de todo un día nublado por la llovizna y la abulia pertinaz de sus alumnos y está sentándose con las piernas muy juntas en el borde del sillón -posición sobria e incómoda que viene acompañada de una brisa helada, tan distinta al aire feliz, espeso y oloroso a melao que sopla cuando, por el contrario, el sillón es todo muslos y pies y pelos y libros con orejitas- y está recogiéndose la melena en un moño muy alto que tiembla cuando Ella baja la cabeza y dice "Pero ¿qué? ¿Qué? ¿Qué?"

 ¿Qué?

lunes, 12 de noviembre de 2012

Winston dixit (y II)


Sí, soy imbécil, no lo negaré, pero por muchas más razones de las que ella imagina.

Lo soy porque me gusta maullar a la luna -tan diferente en su discurrir nocturno durante el mes- y no me gusta ladrar al sol -tan idéntico desde que sale hasta que se pone-.

Lo soy porque me atraen más las indígenas del Orinoco –con sus tetas caídas y desprejuiciadas- que el ejército de funcionarias – maquilladas, uniformadas con sus wonder-brá, estúpidas de tanto intrigar- que me rodean y asedian diez horas al día, seis días a la semana, en el departamento de estadística.

Lo soy por ignorar la advertencia que me hicieron sus dentelladas, me advirtieron que yo  nunca sería el faro de su naufragio, que únicamente sería una válvula de escape. Y  yo lo acepté, como acepto el olor a membrillo de los armarios de mi mamá, como acepto realizar todas las guarradas que ella me pida, como acepto que los cerdos un día serán hombres (aunque esa es otra historia).

Ahora me quedo en letargo, derrotado, viendo morir este mundo, pensando en esos sitios donde nosotros nunca existimos, donde los años se borran de los calendarios con bocanadas de habano barato y sorbos pequeños de ron añejo Santa Teresa, y las noches –todas las noches- se podrían esconder dentro de aquellas muchas folladas clandestinas y accidentales.



Sí, soy un imbécil.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Winston dixit:


Ellos –los que dicen ser los buenos pero en realidad no los son- han conseguido a medias su objetivo. Yo, que tenia memorizada la orografía de tu piel en las palmas de mis manos, ahora solamente me queda la sensación de un hueco entre los dedos.

Ellos –los que abrevian ministerios y departamentos- decidieron que tú pasaras de ser una certeza cierta a una ausencia incierta. Han logrado que no recuerde ni tu nombre, pero no han podido diluir el sabor de tu pezón bajo mi lengua.

Ellos –los que combinan palabras e impertinencias- me llevaron al límite varias veces, me dejaron suspendido en ese momento en que la novia duda entre asentir o rechazar, lograron que me sintiera como un amputado que se rasca la pierna que no tiene.

Fue muy fácil admitir que sus mentiras eran más tangibles que mis verdades, ni siquiera les hubiera hecho falta torturarme, soy débil y me daba lo mismo; y además yo había leído a Benedetti antes que sus mierdas de panegíricos: “Después de todo la muerte es solo un síntoma de que hubo vida”.

Lo difícil fue borrarte de mí, eso no lo han conseguido.

Pero aún hoy, después de muchas estaciones, no sé quién eres/eras, no sé de qué libro nos escapamos, no sé en qué año reventamos.