...porque los que saben contar historias pueden cambiar el mundo. Y aquí tenemos los bolsillos llenos de ellas.

(Amaranta)

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...no sé contar las cosas intangibles, pero puedo enumerar todas las que se me quedan en la piel.

(Estrellada)

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... y las arenas atrapahombres, y el sabor a sal, origen de todas las cosas.

(MA)


viernes, 28 de febrero de 2014

PERSPECTIVA

Primera ley universal:
 No se puede odiar a quien te quiere.

Los rusos las llaman perspectivas, sin embargo para nosotros simplemente son avenidas, aunque ella en este preciso momento ha sabido encontrar la verdadera perspectiva de la avenida que los sufre transitar.

Habían aprendido a pensar en frío, para que los recuerdos ineludibles no les lastimaran ningún sentimiento. Falso, es tan imposible como domesticar a un gato.

Alguien está muy jodida, ya no escribe. Tiene nostalgias de aeropuertos y de tazas de café, llora atardeceres y no le importa llevar las mismas medias rotas toda la semana.

Alguien está muy jodido. Ha adivinado cómo se sintió el último dinosaurio. Comprende, como lo comprendió aquella bestia mesozoica, que se desmorona el mundo, su mundo, y no puede hacer nada.

Alguien está muy jodida, ya no lee. Está desmemoriándose poco a poco de una polaca. ¿Qué será lo próximo? ¿Desgranar a la Pizarnik hasta que deje de ser tan putamente claustrofóbica?

Alguien está muy jodido. Nunca debimos dejar de ser animales, las personas no hemos aprendido todavía a relacionarnos, somos como lascas de feldespato que reverberan las palabras. Todos deberíamos ser perros e iniciar con un cunnilingus cualquier acercamiento entre congéneres.

La que está jodida sigue esperando a un hombre que cuando camine haga temblar las avenidas del continente más lejano.

El que está jodido no quiere ser su amigo, eso le haría retroceder puestos en una hipotética lista de futuros amantes.

Segunda ley universal:
Las cosas que no se dicen escriben se mueren.


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martes, 18 de febrero de 2014

Diagonales estrelladas

A miles kilómetros y casi un mes de distancia, sus dedos rebuscaron en el cajón de la mesilla hasta que dieron con la foto que un extraño les hizo en el muelle de Barcelona.
Aquel disparo inmortalizó mil pensamientos, doscientas ganas y dos manos que luchaban contra la fuerza que a gritos las inmantaba. El acohol y el valor hacía mucho que se habían evaporado y con ellos el carmín de los labios que ella habría querido tatuarle por todo el cuerpo en el baño de cualquier bar, en la esquina de cualquier callejón. En la madrugada de la Diagonal.
En la mente de él aún había esperanzas de allanar un portal entreabierto y alargar el alba entre sus piernas, queriendo cuidarla cuanto se dejara, alzando su peso y sosteniéndolo frente a la pared para aliviar esos torturados pies que le hacían caminar a trompicones mal disimulados y arrancarle gemidos ahogados. A ella le habría encantado oírlo, pero él nunca lo pensó tan alto.

Llegaron al puerto y ella cogió un avión que la condujo a los hermanos Grimm. Tierra de amores desgarradores y finales suspensivos, de cuchillos de piedra y libros en inglés.

Se miraron a los ojos, queriendo aproximarse hasta quemarse la piel, queriendo enterrar los miedos de uno en las clavículas del otro y el deseo latente y ardiente en lugares más recónditos. 

- No puede estar escrito en las estrellas lo que no termina en supernova.

Y con la explosión en sus entrañas se dieron media vuelta tratando de no mirar atrás, maldiciéndose por no haberse dado la oportunidad de dejar de ser cobardes.

...


Amanecida y antes del primer bostezo ya había pensado su nombre cincuenta veces. Cogió lápiz y papel y comenzó a escribir las palabras que aquella noche no se dijeron, evitando que volvieran a quedarse en el tintero. Una de esas cartas, quizás, que por miedo a que se lean terminan guardadas bajo llave.