El problema no es que Ella sepa mover las caderas como una bicicleta estática; el problema no es que Ella tenga de segundo nombre peligro, ni que tenga un marido loco y mafioso; el problema no es que ella utilice técnicas de hipnotismo con esos ojos negros y con palabras de diccionarios caribes.
El problema no es que El le aguante a duras penas el ritmo y la mirada; el problema no es que El se muera por ver que lo que esconde ella bajo su ropa hipster y sesentera, el problema no es que El quiera seguir bailando en cueros (en el ring adecuado y no en una pista de baile); el problema no es que El sea un especialista en buscarse líos.
El conoce antídotos para las setitas y los leotardos, solamente necesita que ella se deje inyectar. El verdadero problema es ése: que ella acepte.
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