...porque los que saben contar historias pueden cambiar el mundo. Y aquí tenemos los bolsillos llenos de ellas.

(Amaranta)

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...no sé contar las cosas intangibles, pero puedo enumerar todas las que se me quedan en la piel.

(Estrellada)

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... y las arenas atrapahombres, y el sabor a sal, origen de todas las cosas.

(MA)


lunes, 19 de noviembre de 2012

Julia dixit (IV)

Ella, que tiene más de harpía de lo que Él cree, se imagina a si misma como orco de la Tierra Media y se echa a reír con unas ganas que desbaratan el moño. El pelo se le mete en los ojos y se moja de las lágrimas que no puede evitar cuando se ríe, pero ahora ya no importa; la conversación huele a vino y a higos deshechos con la punta de la lengua y eso le gusta.

Ella no quiere engañarlo con artimañas ni cañonearlo con lombardas. De hecho, está pensando que tendría que advertirlo de su incurable mal hábito de ponerse las bragas al revés, para que el victoriano ángel escoja cualquier otro tipo que no lleve drapeados y pueda volar cómodo y concupiscente por sus sueños.

Ella espera a que Él regrese. Tiene dos o tres historias amarillentas de cocuyos y pretende cambiárselas por un cuento de buenas noches.

1 comentario:

  1. Recuerde que un bisabuelo de Lola murió intoxicado por comer esos bichitos luminosos, pero recuerde también que Winston -cobarde, imbécil y temeroso- es testarudo y le buscará las vueltas hasta encontrar una rendija por donde meterse.
    El cambio es justo. Que empiece Julia.

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