...porque los que saben contar historias pueden cambiar el mundo. Y aquí tenemos los bolsillos llenos de ellas.

(Amaranta)

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...no sé contar las cosas intangibles, pero puedo enumerar todas las que se me quedan en la piel.

(Estrellada)

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... y las arenas atrapahombres, y el sabor a sal, origen de todas las cosas.

(MA)


lunes, 3 de diciembre de 2012

Quentin notes (II)



En un lugar. Antes:

Un plató de televisión, un presentador desconocido de concursos educativos, dos únicos participantes, aburridos, quietos, silenciosos, que se miran las musarañas esperando que la sintonía musical dé paso a la siguiente y última pregunta.  El programa se graba sin espectadores, solamente un gendarme de gafas ahumadas vigila que todo siga su curso. Será emitido a deshoras, apto para insomnes y consumidores de porno light.


En otro sitio, después:

Ellos dos están en el balcón, ninguno de los dos tienen los pies atados al suelo, ninguno de los dos está amarrado al mundo. Él tiene un cigarrillo entre los dedos, otro más, el último. Ella tiene un tazón de café negro humeante entre las manos, el tercero, el siguiente. Ojean la lontananza: hace días que los buitres no sobrevuelan los tejados, seguramente los callejones están llenos de carroña. Él conoce a esos pajarracos, sabe que tarde o temprano volverán. Ella también los conoce, más personalmente, incluso les ha puesto nombre, a uno lo llama Sebastián, a otro Mataperros, a otro Simbad, pero ninguno acude a sus llamadas .

Dentro, en el apartamento, la televisión sigue martilleándoles con una sonata comercial horrible, insistente, como un jingle de Navidad, repetitivo y decadente.

Silencio. 
El locutor escupe la pregunta:

-      En una hipotética competición entre el Pato Donald y el Pájaro Loco
¿ Quién de los dos podría  pronunciar diez veces seguidas, con total
claridad y perfecta dicción, la palabra “humberthumbertiano” ?

Ella le mira, él quizás no. Los dos han escuchado la pregunta. Saben que los malos les están vigilando...
Se desvisten, se quitan la ropa interior (él unos slips del mercado de los domingos, ella unas bragas puestas al revés y con dibujitos de Andy Warhol) y la arrojan por la barandilla. Cae la ropa dibujando una parábola imperfecta, entre el corro de buitres que no alzan el vuelo.


Ahora sí se miran los dos. Ella desnuda está más misteriosa. Los dos saltan al vacío, sin hacer ruido y dibujando una espiral,  el corro de buitres tampoco alza el vuelo.

Porque allí no cayó nadie.

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