ESCENARIO
Noche. Hace frío, mucho frío. Y la culpa no es sólo del invierno. Un bar de carretera. Una camarera y tres tipos en la barra. Nadie más en el local.
SITUACIÓN
Afuera hiela y es insoportable permanecer. Adentro se está bien,
tibio, relajado. En una pared un calendario en 3D con las tetas universales de
Sofía Vergara. Los tres tipos beben y conversan. Bebidas diferentes para
hombres diferentes: cerveza, ron caribeño y bourbon, todo en vaso grande.
DESARROLLO
Ellos juegan con una baraja francesa para ver quién saca
la carta más alta. Hay una apuesta en el aire, y debe ser muy importante porque
todos tienen cara de condenado en la milla verde.
El tipo del vaso de ron coge una carta y antes de
voltearla murmura: he esperado esta oportunidad durante 51 años, nueve meses
y cuatro días. Después lentamente la gira y podemos ver un dos de tréboles.
Uff !!
Continúa el que bebe cerveza. Decidido alarga la
mano hasta el taco de naipes y los acaricia. Estira del vértice de una de ellas
mientras reza: Todos los hombres seremos navegantes hasta que el mar nos
libere. Bruscamente mira su
elección: cinco de picas. Casi se dibuja una mueca en su cara.
Por último el tipo del bourbon, un looser de
cualquier peli setentera, mete la mano entre las cartas y arremete la primera
que pilla. La tira sobre el mostrador diciendo: soy una víctima inocente de
un callejón sin salida. Reina de corazones. Sí, es víctima, sí.
Los tres se miran. No dicen nada. Ya estaba pactado. El
ganador tiene que proponer algo a la camarera. El looser arranca:
-Señorita, por favor…
Ella -que no sabemos cómo ha acabado en esta mierda de
tugurio, sirviendo copas y recogiendo historias- mecánicamente levanta la vista
–con esa mirada mezcla de cilantro y ajonjolí- para ver al dueño de la voz;
antes de avanzar se gira y le da un trago a esa eterna taza de té medio llena
de vino –tinto- que guarda tras la cafetera, es mala hora para tener pezones
y andar de abstemia, piensa.
- ¿Si…? ¿Otra
ronda…?
- No, darling,
es que debo decirte algo muy importante. Sabrás que los mayas llevan cachondeándose
de nosotros desde los tiempos precolombinos, auguran el final del mundo y al
final nunca pasa nada, pero ¿y si aciertan los muy cabrones? Mis amigos y yo
tenemos una duda. Hipotéticamente si esta misma noche se acabara todo ¿con
quién de nosotros tres vendrías a la cama? No me mires así, no estamos locos.
Un segundo antes de que ella abra la boca para responder
se abre la puerta del bar y de repente, entre ventisca, aire gélido y nieve desorientada, aparece
un tipo que bien podría ser un predicador del Central Park neoyorquino. Los ojos
desorbitados se le están escociendo con un sudor fuera de temporada, como si llorase lágrimas de pimienta. Llega hasta el centro
del local y declama:
Tarde o temprano vamos a morir de lo
mismo,
de mujeres ajenas y de versos robados,
de poemas redondos y lectores
cuadrados,
de ignorar que el espejo padece
astigmatismo.
CONCLUSIÓN
No conocemos los gustos sexuales de la
camarera.
Corrijo: No conozco –todavía- los
gustos sexuales de ella, por tanto ¿a quién elegiría?
No hay comentarios:
Publicar un comentario