Hay días en los que él
se viste con pantalones cortos y un bolero, se olvida de peinarse, se olvida de
la corbata y de los zapatos negros. Sale al mundo saludando al sol y al asfalto.
Sale rebelde a la calle, cruza los semáforos peatonales en ámbar, baja las
escaleras mecánicas del revés y le guiña el ojo a la vigilante de los parquímetros
No pretende buscarle la cuadratura al círculo, solamente reírse de la vida.
Hay días en los que ella
se desespera hasta el moño de esos adolescentes rubios, simétricos, de boca
grande y cerebro escaso. Intenta por todos los medios enseñarles a recitar a Sabines,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos ayudan a bien morir. Ni
caso.
Esos bastardos nórdicos están empeñados en saber pronunciar perfectamente
y con española sonoridad la palabra “puta”. Por suerte en el trayecto a casa se
quita las horquillas del pelo, cierra los sentidos y sintoniza dentro de su
cabeza una emisora de radio pirata, ésa donde ponen la música que le gusta.
Entonces comienza a pronunciar bajito:
Baby, i've been waiting,
i've
been waiting night and day.
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