La mujer que persigue estrellas duerme con los ojos abiertos frente a su ventana. Afuera, en la azotea de enfrente, dos exiliados de la pobreza -un judío y un turco- están reformando ese cartel luminoso que no la deja vivir: ich liebe wein
Al anochecer conectan el nuevo rotulo: das leben ist schön. La avenida vuelve a ser visible a intervalos. Los camellos y los que venden su culo por 20 € desaparecen entre sombras decadentes.
Ahora una sonrisa se pinta en la cara de Aldebarán. Ahora ya no le importa que el fin del mundo fuera ayer, ni que haya sido ella la elegida para repoblarlo.
Aldebarán esta noche no ve las estrellas porque el frío del exterior la obliga a tener las ventanas cerradas, aunque su mente sigue persiguiendo las Pléyades desde su cama. Ha sustituído el vino, la cerveza y el licor de moras por una taza de té inglés. Sin una pizca de azúcar y sin leche, como le enseñaron a beberlo en las tierras de Hessen.
ResponderEliminarDicen que yace en su colchón, aguardando el sueño que se retrasa, tan impuntual como de costumbre, y esperando las cosquillas de un desconocido que probablemente no lleguen hasta que amanezca un nuevo día.
"Desorden" podría ser un buen nombre para alguien que busca una estrella que tenga una central hidroeléctrica entre las piernas, para una estrella que sea capaz de mover la falla de San Andres varias veces en una misma noche.
ResponderEliminar